Una de esas noches calurosas de verano, Federico, de trece años de edad, se encontraba descansando en su habitación. La venta se encontraba abierta por el sofocante calor que hacía en el campo.
De manera inesperada vio cómo una luz muy potente traspasaba el umbral de su cuarto. Los temores lo abordaron, pero al mismo tiempo sintió mucha curiosidad por aquel fenómeno que nunca en su vida había visto.
Se trataba de algo raro:como una especie de nave con cierta forma muy curiosa y Descendían de ella unos monstruitos pequeños, Los Gremblins. Fue tanta la curiosidad que sintió, que sacó valor desde lo más profundo de su alma para acercarse. Escondido detrás de la nave, escuchó que hablaban en otro idioma y vio que tenían armas, por lo cual se asustó e hizo un ruido. Los Gremlins lo descubrieron y lo subieron a la nave, pero una de las bestias se distrajo con un timbre de las pocas casas que quedaban allí y se quedó solo en la tierra.
Los Gremblins tenían que escribir en un dispositivo todo lo que le querían decir al chico. Ellos le contaron que había un problema en su planeta y que tenían que ir a el planeta B612. Necesitaban la ayuda de un humano para solucionarlo.
Por otro lado el Gremblin que se quedo en el planeta tierra, al principio, estaba asustado y entro en una caja que vio por ahí. Luego de un tiempo, un joven lo halló y se lo quedo. Le dio para comer porque el monstruo se veía hambriento.
Luego de un mes viajando en la nave, llegaron al planeta deseado para arreglar el inconveniente, pero se dieron cuenta que faltaba uno de los viajeros de la nave, así que decidieron volver. Después de pasar un mes mas viajando, por fin, a la tierra, pero había un cambio; El planeta estaba destrozado, este pequeño monstruo lo había arruinado todo, y ahora estaba habitado por gremblins. El único humano que quedaba vivo era Federico, que vivió hasta los 90 años acompañado de sus amigos, los Gremblins.
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